lunes, 17 de diciembre de 2012

LECTURA COMPRENSIVA Nº4


CUENTA CON NOSOTROS.


-¿En qué piensas?- le dijo Anabel con cara de preocupación. Y es que Alfonso últimamente estaba siempre en las nubes con la mirada perdida pensando en, sabe Dios qué.
-¡Fonsi!,- le dijo su madre de nuevo- ¡Que te estoy hablando!
-¿Queeeé...?- contestó de mal humor- En mis cosas.

Hacía algunas semanas que los padres de Alfonso habían observado una actitud en él que no les gustaba nada. Por las mañanas, antes de ir al colegio, siempre estaba cabizbajo, sin ganas casi ni de dar los buenos días. Desayunaba, día sí día no, sólo un vaso de manzanilla porque se quejaba de dolor de barriga. Sin embargo, a la vuelta del colegio era otro Alfonso totalmente distinto. Llegaba enfadado, con mucho genio y se molestaba por cualquier cosa que le dijeran. Pero todavía faltaba un tercer Alfonso: el de los fines de semana. Éste era el de siempre: un chico amable, responsable , con ganas de ayudar en casa, colaborando en las tareas del hogar, y que salía con sus amigos del barrio, a los que conocía desde que tenía conciencia de ser quién era.

Los dolores de barriga hicieron que su pediatra le mandase algunas pruebas, entre ellas una ecografía. La conclusión del doctor fue: “No existe ningún problema físico por el que preocuparse”.
Así pues, quedaban por descartar otro tipo de problemas.

-Roberto, he pedido cita para una tutoría el próximo lunes con doña Eloísa.
-Mamá, otra vez estás con eso. Te he dicho que voy bien en el colegio y que lo llevo todo aprobado.
-Fonsi, no te pongas así. También los padres queremos que nos regalen el oído cuando nos toca un hijo estudioso y responsable- contestó su padre, haciéndole un guiño a Anabel, sin que lo viera Alfonso.
Alfonso insistía en su negativa:-El lunes papá no puede, así que lo tendréis que dejar para la semana siguiente... no para la otra porque tenemos excursión... o quizás para el mes que viene...no tengáis prisa.

Aquella respuesta de Alfonso preocupaba más, si cabe, a sus padres: ¿Por qué no querría un chico que cumple tan bien con sus responsabilidades y tareas escolares que sus padres fueran al colegio para hablar de él con su tutora?

Eran las cuatro de la mañana cuando de repente se empezaron a sentir gritos. Anabel y Roberto se despertaron sobresaltados. Los gritos provenían de la habitación de Alfonso.
-¡Fonsi!, ¡Fonsi!, ¡Despierta! ¿Qué te pasa, hijo?
-¿Qué estás soñando?
-¿Qué, qué,...qué pasa?- dijo aturdido Alfonso.
-Estabas gritando en sueños. Era una pesadilla. Tranquilízate, cariño.
-¡Mamá, no puedo más!. Estoy muy agobiado- dijo Alfonso muy alterado, mientras su respiración era cada vez más agitada.
-Fonsi, hijo, desahógate y cuéntanoslo cariño. Así no puedes seguir. Sea lo que sea, todo tiene solución y nos tienes a nosotros para ayudarte.
-Claro que sí, hijo. Siempre estaremos contigo.
Aquel abrazo de tres hizo a Alfonso tranquilizarse y sentirse reconfortado. Un fuerte suspiro le llevó a la calma. Cogió aire y contó lo que le ocurría.

Pasó cerca de un mes desde aquella pesadilla y ya sólo quedaba un Alfonso: el de los fines de semana. Anabel y Roberto ya no incluían en la lista de la compra la manzanilla. Los “buenos días” iban acompañados de beso matinal incluído. Y lo mejor de todo: el gesto y la expresión en la cara de Alfonso se relajaron, los malos modos desaparecieron y, salvo alguna rabieta que otra, se notaba que Alfonso era feliz.
Eso sí, de vez en cuando se hacía una pregunta: -¿Por qué no contaría antes lo que me pasaba?

4 comentarios:

  1. que guay Posdata sabeisss saaaabeeeeiiiisss no enserio lo saveis aaaaaaa TRABAJO ZEGURO OZEA

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  2. HOLAAA ZOY AGUSTIN POSDATA SABBEIIIS SSSAAABBEEEIIISSSSS.NO ENSERIO ALGUIEN LO SAVE VALE O DIRE AAAAAAAAAAAAAAAAA TRABAJO ZEGURO OZEA

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  3. Hola soy Isabel Daniela seño la lectura me ha dejado con ganas de saber que le pasa a Alfonso

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